Detalles DSF-0210 Puede comprar el disco aquí 19 € I Concurso de Granada, 1922
MANUEL TORRE. Guitarra: Hijo de Salvador.
1. SIGUIRIYAS. Siempre por los rincones. (1922)
2. SOLEARES. Tan solamente a la tierra. (1922)
3. SIGUIRIYAS. Quedito los golpes. (1922)
4. SOLEARES. Yo dije que me echaría. (1922)
DIEGO BERMÚDEZ, “EL TENAZAS DE MORÓN” Guitarra: Hijo de Salvador.
5. CAÑA. En el querer no hay venganza. (1923)
6. SOLEARES. Correo de Vélez. (1923)
7. SOLEARES DE PAQUIRRI. Magino entre mí. (1923)
8. MARTINETES. Ya me sacan de la cárcel. (1923)
9. SIGUIRIYAS GITANAS DE SILVERIO. He andaito la Francia. (1923)
10. SERRANAS. Bajó llorando. (1923)
ANTONIO CHACÓN. Guitarra: Ramón Montoya.
11. MEDIA GRANAÍNA. Engarzá en oro y marfil. (1925)
RAMÓN MONTOYA. Guitarra.
12. SOLEARES EN MI. (1925)
COJO DE MÁLAGA. Guitarra: Miguel Borrull, padre.
13. GRANAÍNA DE FRASQUITO “YERBAGÜENA”. (1922)
MANUEL PAVÓN Guitarra: Ramón Montoya.
14. SEGUIDILLAS. A clavito y canela. (1920)
NIÑO CARACOL. Guitarra: Manolo de Badajoz.
15. SEGUIRIYAS. Currito. (1931)
16. SOLEARES. Si quieres que te perdone. (1931)
GRUPO GITANO “LA COJA”.
17. FANDANGOS DEL ALBAYCIN. (1931)
LA NIÑA DE LOS PEINES. Guitarra: Niño Ricardo.
18. SOLEARES. Hasta la fe del bautismo. (1928)
19. SOLEARES. Cuando se empaña un cristal. (1928)
20. SEGUIRIYAS. TuÌ no tienes la culpa. (1928)
21. PETENERA. Quisiera yo renegar. (1928)
22. ALEGRIÌAS. Yo le diÌ un duro al barquero. (1927)
23. SAETA. Ay, Pilatos. (1927)
24. SEGUIRIYA. Delante de mi mare. (1927)
25. TANGO FLAMENCO. Yo no te he dao motivos. (1927)
LA NIÑA DE LOS PEINES. Guitarra: Manolo de Badajoz.
26. BULERIÌAS. Que te he queriÌo no lo niego. (1929).
27. FIESTA GITANA. Yo he visto varios pintores. (1929).
TOMAÌS PAVOÌN. Guitarra: Niño Ricardo.
28. MEDIA GRANAIÌNA. Que la llaman la Alcazaba. (1927).
29. FANDANGUILLOS. Amapola de un trigal. (1927).
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Acerca del disco No existe la menor duda de que el Concurso de Cante Jondo que se celebroÌ en Granada, durante las fiestas del Corpus, entre los diÌas 13 y 14 de junio de 1922, supuso un hito importante en la historia del flamenco, aunque algunos estudiosos del tema cuestionen desde el momento presente la oportunidad de su convocatoria, el modelo de organizacioÌn y las restrictivas medidas de sus bases. Es verdad que a casi una centuria de distancia y habiendo comprobado el rumbo que ha tomado el flamenco durante este largo recorrido, algunas de sus propuestas podriÌan considerarse demasiado alarmistas, en cuanto a la inminente desaparicioÌn de las formas maÌs puras del cante, hecho que ha desmentido el tiempo, a pesar de los sorpresivos vaivenes a los que ese mismo tiempo ha sometido a todo tipo de manifestaciones artiÌsticas. Por otra parte, la taxativa divisioÌn que los convocantes del concurso hicieron entre el verdadero cante jondo y el cante flamenco, como si fueran dos apartados intransferibles, en vez de vasos comunicantes, tampoco ha podido ser sostenida por sus respectivas evoluciones. Y en uÌltimo lugar, por poner solo tres ejemplos, la exclusiva participacioÌn de cantaores aficionados, que en opinioÌn de los organizadores guardaban la esencia de lo popular frente a los profesionales, contaminados ya por la comercializacioÌn y la influencia de la copla, dejoÌ fuera del evento a grandes figuras del cante que contribuyeron a la ramificacioÌn de un frondoso aÌrbol a partir de su raiÌz. No puede decirse que la celebracioÌn del Concurso supusiera radicalmente un antes y un despueÌs en el desarrollo del flamenco, tal como mantienen algunos especialistas, pero siÌ que fue una piedra de toque y una llamada de atencioÌn pertinente para todos aquellos, intelectuales o no, que lo consideraban como una expresioÌn marginal, de escaso in- tereÌs cultural y propia de un mundo tabernario, oscuro y, cuando menos, pecaminoso. El caso es que, visto desde ahora, el Concurso supuso un esfuerzo de recuperacioÌn de un arte que se creiÌa en peligro, y que tal vez lo estaba en cierto modo, una empresa enmarcada en el ideario regeneracionista de la InstitucioÌn Libre de Enseñanza, fundada en 1876 –fecha del nacimiento de Manuel de Falla– por Francisco Giner de los RiÌos. Precisamente fue su sobrino, el catedraÌtico de derecho poliÌtico de la Universidad de Granada, gran amigo de Lorca y del compositor gaditano, uno de los maÌs destacados inspiradores del Concurso. Fernando de los RiÌos era un buen aficionado al flamenco, frecuentaba locales donde se cantaba y bailaba, e incluso eÌl mismo se atreviÌa a cantiñear desde un maÌs que afanoso conocimiento. Mas la figura indiscutible del evento fue Manuel de Falla, por encima de todos, incluso de Federico GarciÌa Lorca, aunque a efectos organizativos la responsabilidad recayera sobre el pintor y escultor Miguel CeroÌn y el Centro ArtiÌstico, Literario y CientiÌfico de Granada, regido por Antonio Ortega, Antonio Gallego BuriÌn y Francisco Vergara. Entre los maÌs cercanos co- laboradores, ademaÌs de Falla, Lorca y Fernando de los RiÌos, se contaba con Fernando ViÌlchez, el guitarrista flamenco Manuel JofreÌ, Francisco Vergara, el pintor RamoÌn Carazo, el grabador Hermenegildo LeoÌn o el guitarrista AndreÌs Segovia. Y al proyecto y solicitud general sumariÌan con su firma Oscar EsplaÌ, JoaquiÌn Turina, Juan RamoÌn JimeÌnez, Manuel AÌngeles OrtiÌz, RamoÌn PeÌrez de Ayala, Adolfo Salazar, BartolomeÌ PeÌrez-Casas, TomaÌs BorraÌs, Enrique DiÌez Canedo, Hermenegildo Giner de los RiÌos, Aga Lahowska y Conrado del Campo, entre otros. |